O cómo el paso de un cometa y un inocente juego, pueden resultar devastadores al saberse la verdad de ciertas parejas.
Un grupo de amigos, con carreras profesionales y vidas ya consolidadas, se reúnen para cenar. Con tensiones y puyas, transcurre la velada, hasta que la más joven propone un sencillo y simple juego sobre confianza: dejar todos los móviles en medio de la mesa y cada vez que suene un mensaje o llamada, no importa de quién sea el teléfono, se leerá en voz alta al grupo… quieres participar al juego de la verdad?
Al más puro estilo de hijoputismo de este director, es un film armado de una realidad social de la que somos partícipes, de cómo tenemos una vida que realmente queremos y la que realmente vivimos.
Una auténtica maravilla de maldad y vidas cruzadas, de mentiras y de gente que se conoce desde hace décadas pero realmente no saben su verdad, ni cómo son, sólo el egoísmo prima ante las necesidades de tu compañero de vida.
Historias y tensión, miradas de envidia y comentarios cargados de ira, miradas corrompidas y movimientos estudiados, mentiras que flotan en una mesa a punto de estallar en verdades.
También mucho de los actores interpretan a un personaje al que está muy asociado, Noriega a un truán, Dafne a una joven entusiasta y enamorada de la vida, Alterio un cabronete sin piedad… y claro, hablamos de experiencia y profesionalidad, y en este elenco, emana por todos lados.
Aunque el final me rechina un poco con el paso del cometa y que todo se reinicie, al menos esá bien que solo una persona de este grupo no haya sido afectada, y aunque la noche empiece de nuevo, ella sabe la verdad de todos, y ponerla en la situación de querer volver a pasar por lo mismo o romper las reglas y no querer seguir con el juego y no destrozar la vida de sus amigos, será una odisea que sólo ella tendrá que librar.