Tras ser reemplazada de su show de televisión, Elizabeth Sparkle (Demi Moore) decide probar una nueva sustancia que libera una versión más joven y mejorada de sí misma: Sue (Margaret Qualley). No obstante, dicha versión es temporal y una vez que transcurren siete días, Elizabeth vuelve a su versión actual, lo que la lleva a desarrollar una adicción por el químico. La película da un giro inesperado cuando Sparkle descubre el verdadero precio que hay que pagar por ingerir la sustancia
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La directora Coralie Fargeat, conocida por su brutal y estilizada visión en el thriller Revenge, nos trae La Sustancia, una película que desafía los límites de la obsesión por la juventud y la fama. Protagonizada por una valiente Demi Moore, la cinta explora con crudeza los temores más profundos de las estrellas: el envejecimiento, el olvido y la cruel posibilidad de ser reemplazados por versiones más jóvenes y perfectas de sí mismos.
El tema central de La Sustancia no es nuevo. En la historia del cine hemos visto numerosas representaciones de narcisismo, egoísmo y el deseo desmedido de las celebridades por mantenerse relevantes en una industria que idolatra la juventud. Sin embargo, lo que diferencia a esta película es su enfoque visceral y su entrega total al horror corporal. Fargeat toma estos conceptos familiares y los lleva al extremo, creando una experiencia cinematográfica incómoda y fascinante.
A través del personaje de Demi Moore, una actriz madura que se enfrenta a la aterradora realidad del envejecimiento en una industria que adora la frescura y la novedad, La Sustancia no se limita a presentar la superficialidad de la fama. La película se sumerge en la desesperación de aquellos que, incapaces de aceptar el paso del tiempo, caen en una espiral de transformaciones físicas y mentales grotescas. Moore, en un papel audaz, no duda en mostrar su cuerpo sin filtros ni reservas, ofreciendo una interpretación sin concesiones que resalta el sacrificio emocional y físico al que se ven sometidos los famosos en su lucha por la eternidad.
Lo más perturbador de La Sustancia es su manera de representar estos temas a través de un juego de cambios corporales que roza lo sádico y lo salvaje. La película no teme sumergirse en lo grotesco, en un viaje de autodestrucción que mezcla por la búsqueda de la juventud eterna.
El tratamiento visual es impactante: los primeros planos, que muestran cada detalle de estas transformaciones, y el sonido, tremendamente doloroso en algunos momentos, logran que el espectador no pueda evitar apartar la vista en más de una ocasión.
Coralie Fargeat empuja los límites del género de horror psicológico y corporal con una precisión implacable. La crueldad del envejecimiento, la presión por mantenerse en el centro de la atención y el miedo de ser olvidado se materializan en secuencias que llevan el concepto de la juventud eterna a un nivel extremo, en el que la fama se convierte en una trampa mortal. Es una reflexión perturbadora sobre cómo la industria devora a sus ídolos, y cómo éstos, a su vez, se convierten en víctimas de su propia vanidad.
La Sustancia es una película valiente, no apta para quienes busquen un entretenimiento ligero. Es un espejo deformante de la sociedad actual, que idolatra lo superficial y lo efímero. Con una Demi Moore entregada a un papel que muchos podrían considerar arriesgado, la película se erige como una visión contundente sobre los horrores de la fama y el dolor a envejecer en una industria que exige el sacrificio de sus íconos.
Fargeat no solo ha creado una película de horror, sino una despiadada crítica a la obsesión contemporánea por la juventud y el culto a las celebridades. Un viaje salvaje que deja una marca indeleble en la pantalla y en la mente del espectador
Los fuertes contrastes de color, así como el uso de música atronadora o unos sonidos muy desagradables e. Cosas tan comunes como comer, ayudan a darle esta sensación de agobio y que no hay otra salida que la de aceptar el anónimo regalo de la juventud a tan alto precio.
El único pero que le veo a la vi ta es su grotesco final, pero claro, cómo acabas una película con este nivel sin que te quede coja…