España, 1982. Lucía ingresa en Peñagrande, un reformatorio para adolescentes embarazadas. Allí forjará una fuerte amistad con sus compañeras y descubrirá que se le quiere arrebatar aquello que todavía no tiene: su propio hijo.

⭐️⭐️⭐️

El cine tiene la capacidad de sacar a la luz historias que algunos preferirían enterrar. Alumbramiento es una de esas películas que golpean con la crudeza de la realidad, poniendo el foco en los robos de bebés en Madrid, organizados por monjas que los entregaban a familias ricas bajo la excusa de un supuesto «bien mayor».

Las jóvenes actrices que dan vida a las víctimas están sensacionales, aportando autenticidad y haciendo que el espectador sienta su miedo, su impotencia y su dolor. Se nota el trabajo interpretativo, la dirección de actores y el esfuerzo por transmitir la dureza de una historia que, por mucho que duela, no se puede olvidar.

Sin embargo, el gran problema de esta película no está en la pantalla, sino fuera de ella. Por tratar un tema incómodo, uno que no resulta agradable «a los de arriba», es probable que su repercusión no sea la que merece. No porque no tenga calidad o porque no emocione, sino porque hay historias que aún hoy encuentran demasiadas puertas cerradas.

Y es una pena, porque Alumbramiento además de cine, es memoria, denuncia y justicia. Es de esas películas que deberían ver todos, precisamente porque algunos no quieren que se vean. Ojalá encuentre su espacio y llegue al público que necesita conocer estos terribles sucesos.