O como de ser un mal chico y pagar por tus errores pasas a tener que luchar por salvar tu vida a la desesperada.
Cuando te portas mal te castigan, y eso es lo que pasa, cuando eres un joven que va por el camino de la delincuencia y con malas influencias al final te pillan. Esto es lo que le pasa al joven protagonista de este film, Brad ha de ser ingresado en un reformatorio, pero este lugar tiene algo especial, está muy apartado de cualquier tipo de medio de comunicación, y pronto se dará cuenta que allí no sólo te enseñarán disciplina sino que unas nuevas leyes y nuevos jefes son los que condicionarán y mandarán en tu vida.
Del director de la bellísima película Bellflower, nos narra una nueva historia de adolescentes con mal comportamiento y su encrucijada por hacerse una nueva vida.
Coldwater empatiza también con colores muy similares a la anterior, así como el tipo de personaje principal, joven, violento, con una vida desestructurada, rodeado de amigos delincuentes, sin un futuro en el que vivir ni mucho menos un presente aprovechable.
Aunque en esta ocasión la historia es diferente, pero aquí el joven protagonista se transforma, pasa de ser una víctima desorientada en un nuevo entorno a ser el ejecutor de las normas en lo que sea ha convertido su casa, llevando a cabo un proceso de maduración por la imposición de unas leyes, creadas para sobrevivir en un micro mundo violento donde su sociedad está compuesto enteramente por chicos marginales y violentos, futura carne de prisión donde se intenta su reeducación a base de disciplina y fuerte mano de hierro, no se deja pasar ni una a base de fuertes castigos tanto violentos como de aislamiento, aunque para ello tengan que pasar años viviendo tan alejados e incomunicados de la civilización.
Aunque es un film que te mantiene enganchado a la butaca durante toda su historia, no esconde sorpresas, no oculta ningún as en la manga, es sincero, nos muestra enseguida cuál es la dinámica de la historia, quiénes son los principales personajes y cuáles son sus roles, pero no por ello deja de ser un film que nos da mucho juego, incluso atrevería a decir morbo, viendo los crueles castigos y las violentas escenas.
En ciertas maneras me recordó al film The Experiment, por los roles tan marcados de verdugo y víctima, donde, aunque en uno sea un experimento y en el otro una forma de vida, el final es el mismo, sobrevivir a una persona con un rol que posee desmesurado poder y gran control sobre el medio y las personas.
Altamente recomendable, un gran ejercicio para que el cuerpo libere adrenalina y para pasar más de 100 minutos de pura indignación.