O cómo ver y sufrir el ocaso de un símbolo, un ídolo ahora caído, de los X-Men.
En un distópico futuro inmediato, donde los súper héroes apenas existen, donde Lobezno es Logan, conductor de limusinas, retirado de las actividades heroicas con el resto de los héroes que formaban a los increíbles X-Men y mal viviendo en la cercana frontera de México. Ahora es un viejo y dolorido Logan, borracho y marcado de heridas, su poder de curación funciona como el de una persona normal; intentando conseguir el dinero suficiente para comprar un barco y marcharse con Chavier, ahora demente y constantemente drogado para mantener sus poderes a raya y no causar desastres a la humanidad por sufrir una pesadilla o una alucinación.
Su vida es miserable, llena de dolor por todo lo que sus huesos de Adamiantum han tenido que sufrir, y ahora, apenas puede sacar sus garras sin que le provoque una agonía desmesurada.
Todo se complica cuando aparece una mujer que quiere que le ayuda a llegar a un sitio, un sitio donde según ella, es seguro para una chiquilla que viaja con ella, una niña muy especial, una niña con los mismos poderes que Logan, y no será la única, ya que hay más niños con poderes especiales, pero todos escondidos o huidos ya que están perseguidos por un grupo peligroso que crea armas secretas y de gran potencia.
Logan se debatirá entre ayudarles y recibir así el dinero que le falta para conseguir el sueño de Charles o ignorarles y no ayudar a un pequeño ser con sus mismas habilidades ….
Me pareció alucinante cómo logra James Mangold transmitir ese cansancio de los años y el dolor, no sólo el físico sino el emocional, cómo llega a sobre pasar los límites del hermético Logan, con un dolor por todo, por los tiempos pasados, por los tiempos que está viviendo y por la incertidumbre de cómo será el posible futuro, si es que llega.
Muy diferente al cómic con el mismo nombre en el que está basado, nos muestra un Logan viejo, cansado de la vida, pero también descubres la triste disolución de los X-Men y su líder, el que un día fue el grandísimo profesor Charles Xavier, ahora es un viejo demente y sucio, vestido con harapos, postrada entre un precario colchón que hace de cama y en una sencilla y estropeada silla de ruedas, en un brutal contraste del recuerdo del inmaculado profesor y desplazándose en la moderna y sofisticada silla que nos acostumbramos a ver al gran telépata, ahora drogado y escondido de la gente.
Trepidante aunque desmotivadora, ver a uno de los ídolos emblema de Marvel tan maltrecho, en decadencia, borracho, aguantando la mierda de la gente y sin ganas de vivir, te deja muy mal cuerpo.
Igual que ver la degradación y el mal trato del tiempo que sufre Xavier, no es de agrado ver a una referencia del Bien en esas condiciones, escondido en una madriguera en medio del desierto.
Adulta, desalentadora, cruda, madura, es un film en el que se te acaba la ilusión, en la que el público ha de ir mentalizado a lo que va a encontrarse. Estar sentado y ver por lo que están pasando los entonces héroes te deja realmente conmocionado y herido.
Aunque es justo el trato con el final que tiene, acorde con la historia, me molestó muchísimo ver su final, saber que precisamente no volvería a ver en más películas de mutantes al gran Lobezno.
Los años pasan claro y el actor Hugh Jackman dijo que ya no haría ninguna película más de súper héroes que le exigiera tanto y supusiera tanto sacrificio alimenticio, mental y por supuesto físico. Por lo que así es cómo le dio un justo final al Gran Logan
Por lo que quedarte hasta el final de las letras y ser la primera de las películas de X-Men que no hay un segundo final, que las letras dan paso a un fundido a no hay final más alentador,y es ahí precisamente cuando te das cuenta, del verdadero final de un símbolo de valentía, símbolo de justicia, el final de Logan, el final de Lobezno.