La semana de vacaciones de tres chicas se convierte en un misterio transhumanista durante el verano estonio debido a la aparición del misterioso Dr. Mindfulness y una extraña aplicación de móvil que comienza a provocar cambios en la química corporal de las jóvenes. Miguel Llansó, uno de los nombres clave del cine fantástico español más independiente, regresa con una historia de ciencia ficción llena de humor extraño e imágenes fascinantes.

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Experimento conceptual que se pierde en su propio caos

“Infinity Summer”, la última película del director Miguel Llansó, es uno de esos proyectos que desafían la lógica y la paciencia del espectador. A veces, el cine experimental puede llevar a reflexiones interesantes o a propuestas visuales innovadoras. Sin embargo, en este caso, el resultado es un caos absoluto que no parece tener rumbo ni dirección, y donde ni la trama, ni las actuaciones, ni la idea central logran cohesionar un conjunto coherente. Es una película que no sé ni por dónde empezar a criticarla, porque todo en ella parece fallar desde el primer minuto.

La historia podría haber sido el núcleo salvador de “Infinity Summer”. Llansó parte de una premisa que podría haber tenido potencial, pero en lugar de desarrollarla de manera consistente, parece haber decidido mezclar todos los tópicos y clichés posibles sin ningún tipo de filtro ni coherencia. El resultado es una serie de caricaturas y personajes ridículos que rozan lo absurdo. Las interpretaciones, lejos de salvar el guion, empeoran la experiencia: los actores se sienten tan forzados en sus papeles que es difícil tomarse la película en serio. Los policías, por ejemplo, son una vergüenza ajena, retratados como personajes caricaturescos que no aportan nada más que desconcierto al espectador.

Tanto el guion como las actuaciones están completamente fuera de lugar. Llansó parece no saber en qué tono quiere que funcione la película, lo que deja al espectador perdido en un mar de absurdos. Los diálogos, en lugar de aportar dinamismo o desarrollo a los personajes, son planos, predecibles, y en muchas ocasiones, simplemente inútiles. Es como si las líneas que pronuncian los personajes existieran solo para rellenar espacio, sin ninguna intención real detrás.

Uno de los temas que “Infinity Summer” intenta abordar, el aislamiento de una chica inteligente que es marginada por no ser “guay”, cae en otro estereotipo cansado y poco innovador. La película intenta jugar con la idea del “outsider” y la soledad combatida por una quinceañera que quiere adaptarse, pero lo hace de una manera tan superficial que no solo no aporta nada nuevo, sino que también resulta aburrida. Es decepcionante ver cómo una premisa que podría haber tocado una fibra emocional acaba hundiéndose en una narrativa típica y predecible.

El villano de la historia es otro de los grandes desaciertos de la película. Lejos de ser una figura intimidante o interesante, el antagonista es patético y penoso, más cercano a un personaje de una parodia mal lograda que a una verdadera amenaza dentro de la trama. Y la organización malévola que está detrás de todo es igual de absurda. Llansó parece intentar construir una estructura compleja de conspiración intergaláctica (WTF!), pero lo que obtiene es una representación ridícula que no genera ni miedo, ni tensión, ni siquiera humor.

En algunos casos, las películas tan malas que rozan el ridículo pueden tener su propio encanto. Sin embargo, “Infinity Summer” no cae ni siquiera en esa categoría. No hay humor en lo absurdo, no hay diversión en los errores, y no hay momentos que logren hacer que la película se redima ante el espectador. Es un proyecto que parece estar perdido en su propio experimento conceptual, sin lograr conectar emocional ni narrativamente con la audiencia.

“Infinity Summer” es un fracaso en todos los niveles. La debilidad del guion, las actuaciones mediocres y la falta de coherencia conceptual hacen que esta película sea difícil de recomendar, incluso para aquellos que disfrutan del cine experimental. Llansó ha intentado crear algo diferente, pero el resultado final es un proyecto que se siente vacío, confuso y desconectado de cualquier tipo de narrativa atractiva o innovadora. Una oportunidad desperdiciada que deja al espectador con una sensación de descontento y frustración.