Tigres de Verdad, del enorme Mick Herron, es la tercera novela de la Saga La Casa de la Ciénaga y la banda de Lamb.
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Cuando secuestran a un miembro de su grupo y les exigen un rescate, los agentes de la Casa de la Ciénaga se ven obligados a superar todos los pronósticos sobre su competencia para burlar las férreas medidas de seguridad de la oficina central de inteligencia del MI5 y robar información valiosa como moneda de cambio para salvar a su colega. Sin embargo, ese incidente no es más que la punta del iceberg de una conspiración a gran escala, en la que no solo está implicada una banda que trabaja por libre, sino también el estamento más alto del servicio secreto. Tras años condenados a realizar tareas burocráticas, los caballos lentos se encuentran en medio de un complot que amenaza con dinamitar el futuro de la Casa de la Ciénaga y del propio MI5.
Como si estuvieras viendo una serie de acción sin parar en Netflix, así es como me he sentido mientras leía esta nueva entrega, no podía parar, y es que no dejan de suceder cosas, y por supuesto, no deja de ser un pedazo de cabrón Jackson Lamb, pero sus caballos lentos no se tocan.
Con la misma pluma cínica y cargada de humor negro, los diálogos de los personajes vuelven a estar bien cargados cargados de una mala leche muy elegante, de un humor negro disfrazado de inocencia, y describe a unos personajes abochornados que avanzan a trompicones bajo la gran soltura de la lengua afilada de Lamb.
Esta tercera entrega se baña en un juego de espías como pocos, con vueltas de tuercas que me dejaron que la boca abierta y donde no podía dejar de devorar, no podía dejar de averiguar qué es lo siguiente que iba a ocurrir, y así, capítulo tras capítulo.
De nuevo, el escritor Mick Herron vuelve a lograr que nos enganchemos, sintamos pena y vergüenza a partes iguales por los personajes y nos hace adictos a su novela enredada por tramas que nos deján de piedra.
